Las enfermedades inflamatorias provocan gran incapacidad temporal e impacto social

La psoriasis, la espondilitis anquilosante y la artritis reumatoide son enfermedades que provocan una gran incapacidad temporal. Aunque estas enfermedades no tienen una gravedad mortal inmediata, pueden disminuir la esperanza de vida hasta en diez años, debido a los trastornos asociados.

Hablar de enfermedades inflamatorias implica referirnos a un enorme abanico de patologías de muy diversa etiología y pronóstico, lo que hace imposible unificarlas bajo un mismo paraguas. No sucede lo mismo con un subgrupo, el de las enfermedades inflamatorias mediadas inmunológicamente, que comparten no sólo el mecanismo de acción, sino también el dolor y el fuerte impacto en la calidad de vida de los pacientes.

Se trata, entre otras, de la psoriasis, la espondilitis anquilosante y la artritis reumatoide, que se encuentran en los primeros puestos de una hipotética clasificación de las enfermedades que provocan más incapacidad temporal y cambios en el día a día de los pacientes.

La psoriasis puede impedir llevar una vida normal

La psoriasis, por ejemplo, puede llegar a incapacitar al enfermo para desarrollar su trabajo, para mantener relaciones sexuales o para llevar una vida social normal; el dolor y la rigidez de la artritis reumatoide son un gran obstáculo para llevar una vida normal; y el dolor es una constante en los enfermos de espondilitis anquilosante, quienes deben hacer frente a unas secuelas muy visibles (hombros y cuello rígidos y hacia adelante).

Estas patologías han sido objeto de análisis durante el Taller “Enfermedades Inflamatorias en el siglo XXI: el valor de las terapias biológicas en España”, realizado en Madrid, en el marco de la reunión internacional “Progress and Promise: Managing for Optimal Outcomes with Biologics”, gracias al apoyo de los laboratorios Wyeth.

Las denominadas enfermedades inflamatorias mediadas inmunológicamente se producen por una reacción en cadena en la que juegan un papel fundamental las citocinas, sustancias clave en todo el proceso de la inflamación y que, según el órgano donde se desarrolle, presenta manifestaciones diferentes.

“Esto explica que un mismo tratamiento que consiga bloquear algunos pasos de la respuesta inflamatoria sea válido para patologías como la psoriasis o la espondilitis anquilosante, que exteriormente son muy distintas”, asegura el doctor Xavier Bordas, del Servicio de Dermatología del Hospital de Bellvitge y profesor de la Universidad de Barcelona.

Menos esperanza de vida

Aunque estas enfermedades no tienen una gravedad mortal inmediata, está demostrado que, sin tratar, pueden disminuir la esperanza de vida hasta en diez años, debido a los trastornos concomitantes asociados.

“Por poner sólo un ejemplo, en los pacientes con artritis reumatoide la inflamación persistente supone un riesgo cardiovascular importante”, recuerda la doctora Isabel Mateo, jefe del Servicio de Reumatología del Hospital Doce de Octubre, de Madrid.

Sin embargo, a corto plazo, esto no es lo que preocupa más a los enfermos. El dolor y las secuelas externas que dejan estas enfermedades, suponen un fuerte impacto en la calidad de vida de quienes las padecen.

La psoriasis, en función de la extensión y localización de las placas, puede incapacitar al enfermo para desarrollar su trabajo, para mantener relaciones sexuales o para llevar una vida social normal, explica el doctor Carlos Ferrándiz, Catedrático de Dermatología de la Universidad Autónoma de Barcelona y jefe del Servicio de Dermatología del Hospital Germans Trias y Pujol de Barcelona.

El dolor y la rigidez que provocan la artritis reumatoide son un gran obstáculo para llevar un día a día con normalidad. Igualmente, el dolor es una constante en los enfermos de espondilitis anquilosante, que además deben hacer frente a unas secuelas muy visibles  –hombros y cuello rígidos y hacia adelante-, lo que les supone una dificultad añadida.

Las terapias biológicas

En los últimos años el diagnóstico, tratamiento y pronóstico de estas patologías ha variado sustancialmente, de la mano de las terapias biológicas que, en opinión de los expertos, han supuesto un auténtico “hito” en el abordaje de la enfermedad.

“Esta nueva familia de fármacos consigue interferir en la cadena inflamatoria bloqueando el proceso, eliminando en gran medida la sintomatología y disminuyendo drásticamente el número de brotes”, explica el doctor Ferrándiz.

El estrés o la alimentación, posibles factores ambientales

Aunque todavía se desconoce el origen de estas patologías, se sabe con certeza que hay un importante componente genético. “No sabemos qué es lo que provoca el primer brote. En el caso de la psoriasis puede aparecer por un traumatismo en la piel, por una infección de amígdalas, por el consumo de determinados medicamentos…, pero en otras muchas ocasiones sin un desencadenante conocido”, asegura el doctor Bordas.

En cuanto a factores ambientales, se baraja que el estrés o la alimentación influya en su evolución aunque, tal y como explica el doctor Ferrándiz, “a veces es difícil saber si está antes el huevo o la gallina; es decir, si el paciente tiene un brote porque tiene estrés o si tiene estrés porque tiene un brote”.

Un futuro optimista

En el caso de la artritis reumatoide, los expertos han detectado una disminución de la incidencia en los últimos años. Según cuenta la doctora Mateo, aunque realmente no saben a ciencia cierta a qué se debe este fenómeno, se baraja como una posibilidad la disminución del número de personas que fuman.

Y es que, el desconocimiento del origen de estas patologías hace que ante variaciones como la que se está experimentando con la artritis, se trabaje únicamente con hipótesis.

Igual sucede para aventurar una posible curación futura, un supuesto para el que es imprescindible conocer el mapa genético de estas enfermedades.

No obstante, todos los expertos coinciden en que aunque hoy por hoy no se curen, esto no implica que los pacientes no deban tratarse puesto que los nuevos tratamientos consiguen resultados “espectaculares”. “Vemos el futuro con mucho optimismo”, aseguran.


 Fecha de edición del texto: 22 de marzo de 2008