La Silla de Felipe II y el monte Abantos en San Lorenzo de El Escorial

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Los alrededores de San Lorenzo de El Escorial, cuyo monasterio atrae un sinfín de turistas, son sitios para el disfrute y la relajación. Entre los parajes que el senderista no se puede perder, está la Silla de Felipe II, a los pies de Las Machotas, desde la cual el monarca observaba la construcción de su monasterio, y el monte Abantos, desde cuya cima hay una espléndida vista.

Mapa de San Lorenzo de El Escorial

Mapa para saber cómo llegar al Monasterio de El Escorial.

Tanto el monte Abantos como Las Machotas son lugares de gran atractivo para los amantes de la naturaleza, por los cuales se pueden realizar una gran diversidad de rutas, con un paisaje muy peculiar.

Desde Madrid, podemos ir en coche por la A-6 o por la carretera de Galapagar, pasando por el embalse de Valmayor, donde se practica la pesca y el piragüismo. A 10 km. del embalse, aproximadamente, llegamos a la Villa de El Escorial, cuya Iglesia de San Bernabé fue construida por Juan de Herrera.

El Sitio de Felipe II, entre una silla imperial y el santuario de los vetones

Sitio de Felipe II

Silla de Felipe II, en el bosque de La Herrería de San Lorenzo de El Escorial.

A unos 4 km de El Escorial, yendo por la carretera de Ávila, nos desviamos en el campo de la Herrería para subir hasta la Silla de Felipe II, que está en pleno monte de Las Machotas, situada sobre una enorme roca de granito en la que están tallados una especie de asientos.

Desde allí dicen que Felipe II controlaba la construcción del Monasterio. Aunque otros investigadores insisten en que esto no es más que una leyenda, pues no se habla de este lugar en ningún escrito de los siglos XVI y XVII, y tampoco es el lugar ideal para seguir las obras del complejo arquitectónico.

La arqueóloga y epigrafista Alicia Canto, catedrática y miembro de la Real Academia de la Historia, halló en 2015 una figura antropomórfica (un rostro de larga cabellera movida por el viento) que confirma que esta piedra era un santuario prerromano, un altar de los vetones, pueblo céltico que ocupó el oeste de España y Portugal hasta la llegada de los romanos.

Esto puede explicar la existencia de dos altares, más pequeños, a un kilómetro de distancia de la conocida silla imperial. Además indica que en este lugar fue donde los vetones establecieron su frontera con los carpetanos.

Sea uno u otro el motivo de esculpir la roca de granito, lo cierto es que desde aquí las vistas del entorno de El Escorial y del Monasterio no tienen desperdicio.

La Casita de los Ermitaños y El Castañar, un paseo peatonal

A unos 200 metros de la Silla de Felipe II está la Casita de los Ermitaños, y si continuamos por la carretera asfaltada, podemos dar un paseo por el camino que va a la finca de El Castañar, cuyo acceso, afortunadamente, está prohibido a los vehículos de motor, y es ideal para ir con niños por la tranquilidad que supone, o para recorrerlo en bicicleta.

La carretera peatonal confluye con la carretera de Ávila.

En otoño, el color ocre invade los árboles de La Herrería

Vistas desde la SIlla de Felipe II

Las vistas del Monasterio de El Escorial desde La Herrería (Sitio de Felipe II) son inigualables (San Lorenzo de El Escorial, Madrid).

Su paisaje merece la pena verlo en cada estación del año, por los cambios de color que tiene su vegetación.

A este lugar es típico que acudan los de la zona a recoger castañas, una de las aficiones preferidas de los más pequeños, que luego asan tranquilamente en la chimenea de sus casas, para sentir después el calor de las castañas asadas en las manos, que tanto se agradece cuando empieza a hacer frío. Aunque debido a la sequía de los meses de verano, cada vez las castañas son más pequeñas.

Además hay merenderos para sentarse a hacer un picnic o descansar un rato, y una fuente para calmar la sed a los que vayan desprovistos de la correspondiente botella de agua.

Desde el monte Abantos se divisa todo Madrid

Caseta del Monte de Abantos

Caseta del Monte de Abantos (El Escorial, Madrid).

Otra excursión para dar gusto a la vista y respirar una buena dosis de aire puro es la subida al monte Abantos, ya sea en coche o, para los más deportistas, andando, o incluso trepando por la vertiente que tiene más piedra. Las vistas desde lo más alto, donde hay una pequeña caseta de vigilancia, son espectaculares.

Algunos, los más arriesgados, hacen parapente desde la cima, otros prefieren pasar el día más tranquilo y se quedan en la falda del monte con la familia y los amigos para degustar una sencilla comida campera.

Se trata de un lugar lleno de caminos sombreados por los pinos, dode podemos asentarnos en cualquiera de los múltiples merenderos que hay, visitar el pueblo abandonado de la cima, pasearnos por su embalse, o conocer los pozos de hielo que utilizaban en la época de Felipe II para conservar alimentos.

Los más perezosos pueden probar a tumbarse debajo de un pino e intentar echarse una siesta: el simple sonido de la naturaleza resulta relajante para cualquiera.

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